Derecha furiosa

¿Cuál es la razón —si es que la hay—, causa o motivo de su desmedido frenesí contra todo lo que haga o deje de hacer el actual gobierno federal?

La respuesta es llana: porque fueron desplazados —¡y de qué manera!— del poder. Un poder de privilegios y componendas al servicio de unos cuantos; pero, más que eso, porque el nuevo gobierno marcha con audacia hacia la supresión del caduco sistema político, social y económico que todos ellos creyeron perpetuo. No será fácil, pero es posible.

Pero veamos, por cuestión de espacio, tan sólo tres hechos o acciones que más exasperación les han provocado.

Uno.- Por supuesto que la tsunámica derrota electoral se lleva las palmas. Ni por asomo pensaron que su bipartidismo resultaría tan descalabrado.

Aunque admitamos que la intuyeron. Para ese “remoto escenario”, seguramente pensaron, aplicarían la fórmula de 2006: reducir, tramposamente, las posibles diferencias con el famoso “0,62%”, desde luego que a su favor. De tal manera que, el “haiga sido, como haiga sido” sellaría, según ellos —nuevamente—, el triunfo para cualquiera de sus dos candidatos. No quisieron o no pudieron ver, porque Dios ciega a los que quiere perder. Y una avalancha de más de treinta millones de votos se les vino encima y los sepultó con todo y su historial fraudulento.

Dos.- La cancelación del proyecto denominado Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en Texcoco, cuyas irregularidades encontradas hablan de actos de corrupción, daño patrimonial, así como deterioro al ambiente natural, urbano y social de impredecibles consecuencias, razones más que suficientes por las que nunca debió aprobarse y mucho menos iniciarse (justamente, las imágenes oceánicas que hoy se observan en el polígono de lo que pudo haber sido y no fue confirman el aserto de su cancelación).

Esa fue la primera gran batalla que la derecha enderezó contra el presidente Andrés Manuel López Obrador. Desataron la más rabiosa y embustera campaña de presión a la que Presidente alguno se haya enfrentado. Siempre apostaron a que lo someterían. Todo les fue inútil. La lucha contra la corrupción e impunidad, prometida al pueblo de México, se había iniciado y no la detendrían las iracundas voces que tanto daño han causado al patrimonio nacional.

Tres.- La conducción que el gobierno federal ha dado a la pandemia de covid-19 la vieron, criminalmente, como una oportunidad para ajustarle cuentas al Presidente. Es aquí donde se desplegaron, desde el inicio mismo de esta calamidad, con la mayor y permanente campaña mediática reprobatoria, hasta el día de hoy, a todas y cada una de las medidas económicas y sanitarias.

Descalificaron airadamente, por ejemplo, el hecho de ponerle un hasta aquí a las empresas farmacéuticas, las cuales, demostradamente, estaban convertidas en nichos de robo al erario, gracias al contubernio con los gobiernos anteriores. Además, intentan sembrar la zozobra entre la población con diversos embustes: que lo imperativo de las pruebas masivas, que el desabasto de medicamentos, que la falta de camas y ventiladores, que los decesos, todos, culpa del gobierno, que la descalificación de la información oficial y su vocero principal, y un largo etcétera. Sólo engaño y marrullería opositora.

En la emergencia económica se ofuscaron porque el Ejecutivo se negó, sistemáticamente, a endeudar al país para proteger a las grandes empresas, tal cual ellos lo practicaron durante los cuarenta años de gobiernos neoliberales. En cambio, el Presidente apoyó y apoya a los por siempre abandonados: a los pobres y a las micro y pequeñas empresas.

Lo ideal sería que la derecha de este país adoptara, como la mayoría de las derechas europeas, una actitud más humana y responsable frente a la crisis sanitaria y económica. Lamentablemente no lo han hecho, reitero: “porque el nuevo gobierno marcha con audacia hacia la supresión del caduco sistema político, social y económico que todos ellos creyeron perpetuo”.